Observo al mundo y el mundo me observa, desecho, desecha. Hombres y mujeres necias pisan fuertemente, proclamando a viva voz opiniones vacías y aún así, tan llenas de poder. Quisiera aclarar que no soy parte de esta gran mayoría pero estoy imposibilitada de hacerlo. Mi voz, mi poder. Apenas logro discernir hacia donde apunta mi brújula moral, palabras de odio ocultas tras discursos de libertad y justicia, tanta miseria de alma, me ofuscan. Elijo mirar hacia quién me diga que tengo razón, a quién lucha junto a mi o a quien pueda seguir en su lucha. La belleza que hay en este mundo cómodo, me oxida, me vuelve vulnerable ante esa realidad que espera con sorna mi caída. Pensé al mundo de forma distinta a como se me presenta, error de principiante, de niña ingenua que se cree resiliente, que se cree una guerrera. Mi corazón henchido de orgullo y alegría, toma el camino con furia y pasión, mas pareciera ser un equino con anteojeras que ha escuchado el disparo de salida. No critico el ímpet